Dios no nos hace faltar el pan de cada día si
sabemos compartirlo como hermanos, dice el Papa
VATICANO, 03 Ago. 14 /
10:31 am (ACI/EWTN Noticias).- Al
presidir hoy el rezo del Ángelus, ante los miles de fieles congregados en la
Plaza de San Pedro, el Papa Francisco destacó que el milagro de la
multiplicación de los panes y pescados, que presenta el Evangelio de hoy, trae
tres mensajes, “Compasión, compartir, Eucaristía”, y señaló que Dios no nos
hace faltar el pan de cada día si sabemos compartirlo como hermanos.
El
Santo Padre señaló que “este domingo, el Evangelio nos presenta el milagro de
la multiplicación de los panes y los pescados. Jesús lo realizó a lo largo del
Mar de Galilea, en un lugar aislado donde se había retirado con sus discípulos
después de enterarse de la muerte de Juan el Bautista”.
“Muchas
personas los siguieron y los alcanzaron; y Jesús, al verlos, sintió compasión y
curó a los enfermos hasta la noche. Entonces los discípulos, preocupados por la
hora tardía, le sugirieron despedir a la muchedumbre para que ella pudiese ir a
las ciudades a comprarse lo necesario para comer. Pero Jesús, tranquilamente,
les respondió: ‘Denles de comer ustedes mismos’; y haciéndose traer cinco panes
y dos pescados, los bendijo, y comenzó a partirlos y darlos a los discípulos,
quienes los distribuían a la gente. Todos comieron hasta saciarse e incluso,
¡sobró!”.
Francisco
destacó que “en este hecho podemos captar tres mensajes. El primero es la
compasión. Frente a la multitud que lo busca y - por así decirlo – “no lo deja
en paz”, Jesús no reacciona con irritación. No dice “esta gente me da
fastidio”. No, no. Reacciona con un sentimiento de compasión, porque sabe que
no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad”.
“Pero
estemos atentos: compasión, lo que siente Jesús, no es simplemente sentir
piedad. ¡Es más! Significa ‘padecer con’, es decir, compenetrarse en el
sufrimiento del otro, al punto de tomarlo sobre sí. Así es Jesús, sufre junto a
nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros”.
El
Papa, citado por Radio Vaticano, señaló que “el signo de esta compasión son las
muchas sanaciones que realizó. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de
los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aunque legítimas, nunca serán
tan urgentes como las de los pobres, que carecen de lo necesario para vivir”.
“Nosotros
hablamos seguido de los pobres, pero cuando hablamos de los pobres, ¿oímos que
aquel hombre, aquella mujer, aquellos niños no tienen lo necesario para vivir?
¿Que no tienen para comer, no tienen para vestirse, no tienen la posibilidad de
medicinas? También los niños que no tienen la posibilidad de ir a la escuela… Y
por eso, nuestras exigencias - aún legítimas - no serán jamás tan urgentes como
aquellas de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir”.
El
Santo Padre indicó que el segundo mensaje del milagro de Jesús “es el
compartir. El primero es la compasión, aquello que sentía Jesús, con el
compartir. Es útil comparar la reacción de los discípulos frente a la gente
cansada y hambrienta, con la de Jesús. Son diferentes. Los discípulos piensan
que es mejor despedirse de ellos, para que puedan ir a buscarse la comida. En
cambio, Jesús dice: denles de comer ustedes mismos”.
“Dos
reacciones diferentes, que reflejan dos lógicas opuestas: los discípulos
razonan de acuerdo con el mundo, por lo que cada uno debe pensar en sí mismo;
reaccionan como si dijeran: “arréglenselas solos”. Jesús razona en cambio de
acuerdo a la lógica de Dios, que es aquella del compartir”.
“¡Cuántas
veces nosotros nos damos vuelta hacia otro lado con tal de no ver a los
hermanos necesitados! Y esto, mirar hacia otro lado, es un modo educado de
decir con guantes blancos: ‘arréglenselas solos’. Y esto no es de Jesús: esto
es egoísmo”.
El
Papa subrayó que si Jesús “hubiera despedido a la gente, muchas personas se
habrían quedado sin comer. En cambio, aquellos pocos panes y pescados,
compartidos y bendecidos por Dios, fueron suficientes para todos. Y atención
¿eh?: no es una magia, ¡es un “signo”! Un signo que invita a tener fe en Dios,
el Padre providente, que no nos hace faltar “el pan nuestro de cada día”, si
nosotros sabemos compartirlo como hermanos”.
El
tercer mensaje, continuó, es que “el milagro de los panes preanuncia la Eucaristía.
Esto se puede ver en el gesto de Jesús que ‘recita la bendición’ antes de
partir el pan y distribuirlo a la gente. Es el mismo gesto que hará Jesús en la
Última Cena, cuando instaura el memorial perpetuo de su Sacrificio redentor”.
“En
la Eucaristía, Jesús no da un pan, sino el pan de vida eterna,
se dona a Sí mismo, ofreciéndose al Padre por amor a nosotros. Nosotros debemos
ir a la Eucaristía con aquel sentimiento de Jesús, es decir, la compasión, y con
aquel deseo de Jesús, compartir. Quien va a la Eucaristía sin tener compasión
por los necesitados y sin compartir, no se encuentra bien con Jesús”.
Francisco
remarcó “compasión, compartir, Eucaristía. Este es el camino que Jesús nos
indica en este Evangelio. Un camino que nos lleva a afrontar con fraternidad
las necesidades de este mundo, pero que nos conduce más allá de este mundo,
porque parte de Dios Padre y regresa a Él”.
“Que
la Virgen María, Madre de la Divina Providencia, nos acompañe en este Camino”,
concluyó.
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