Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado
Martes
23 Sep 2014 | 10:48 am Ciudad del Vaticano (AICA): “Una
Iglesia sin fronteras, madre de todos”, es
el tema del Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial del Emigrante y el
Refugiado que se celebrará el domingo 18 de enero de 2015 y que fue presentado
esta mañana, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede por el cardenal Antonio
Maria Veglió, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los
Emigrantes e Itinerantes. “A la globalización del fenómeno migratorio hay que
responder con la globalización de la caridad y de la cooperación, para que se
humanicen las condiciones de los emigrantes”, pide el Papa en su mensaje.
“Una Iglesia sin fronteras, madre de
todos”, es el tema del Mensaje del Santo Padre para la
Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado que se celebrará el domingo 18 de
enero de 2015 y que fue presentado esta mañana, en la Oficina de Prensa de la
Santa Sede por el cardenal Antonio María Veglió, presidente del Pontificio
Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
El cardenal Veglió explicó que el Papa decidió promulgar este Mensaje el 3 de septiembre, porque ese día se celebra el centenario de la elección del papa Benedicto XV, que estableció por primera vez una jornada anual de sensibilización sobre el fenómeno de la emigración.
Asimismo destacó cómo la Iglesia durante toda su historia casi bimilenaria hizo siempre frente a situaciones nuevas e intrincadas, entre las cuales se puede contar la que hoy plantea la emigración no solo por la dimensión que está alcanzando sino por las diferentes problemáticas de naturaleza social, económica, política, cultural y religiosa que conlleva.
“El mandamiento bíblico de acoger al extranjero, de abrirle la puerta como si se recibiera a Dios, entra en conflicto con situaciones difíciles, sobre todo –dijo el purpurado- cuando algunos emigrantes son protagonistas de irregularidades e incluso de delincuencia”. Ante esto el purpurado ha recordado que en un clima tan preocupante la pregunta es: ¿Cómo responde la Iglesia?.
A esto recordó que el Santo Padre ofrece tres consejos: renunciar a sí mismo, aumentar la colaboración entre los diferentes organismos e instituciones que trabajan por los emigrantes y humanizar la situación de los mismos intensificando los esfuerzos para crear condiciones propicias y garantizando una progresiva disminución de las razones que empujan a pueblos enteros a abandonar su tierra natal.
El Papa pide en su mensaje que “a la globalización del fenómeno migratorio hay que responder con la globalización de la caridad y de la cooperación, para que se humanicen las condiciones de los emigrantes” y al mismo tiempo, es necesario intensificar los esfuerzos para crear las condiciones adecuadas para garantizar una progresiva disminución de las razones que llevan a pueblos enteros a dejar su patria a causa de guerras y carestías, que a menudo se concatenan unas a otras”.
“A la solidaridad con los emigrantes y los refugiados es preciso añadir la voluntad y la creatividad necesarias para desarrollar mundialmente un orden económico-financiero más justo y equitativo, junto con un mayor compromiso por la paz, condición indispensable para un auténtico progreso”, señala Francisco.
Por su parte monseñor Joseph Kalathiparambil, secretario del Pontificio Consejo, explicó que es necesario adquirir una nueva conciencia sobre el tema de la emigración forzada, ya que se trata de una fuga hacia la salvación, a través de un viaje realizado en condiciones peligrosas en el que a menudo se arriesga la vida pero que “es la única manera para acceder a un país donde estas personas pueden encontrar protección y la posibilidad de vivir con dignidad”.
Monseñor Kalathiparambil insistió en que los Estados están llamados a colaborar con espíritu de solidaridad internacional “para responder a las necesidades de protección, devolver la dignidad humana a los refugiados y prevenir las causas de la movilidad forzada”, y subrayó que el desafío de hoy es el de “no acostumbrarse a los dramas humanos que viven las personas obligadas a desplazarse y no dejar que prevalezca la indiferencia, “la debilidad de nuestra naturaleza humana que nos hace sentir a veces la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor”, como señala el Papa en su mensaje.
Entre 1990 y 2013 el número de emigrantes internacionales aumentaron un 50%. De estos, cerca el 59% vive en regiones desarrolladas del globo, mientras las regiones en vías de desarrollo acogen el 41%. Respecto a las zonas de partida de los emigrantes, Asia es el primer continente de la lista con casi 92.500.000 personas, seguida de Europa con 58.400.000, Sudamérica y Caribe con 36.7000.000, África con 31.300.000, América del Norte con 4.300.000 y Oceanía con 1.900.000 personas.
El cardenal Veglió explicó que el Papa decidió promulgar este Mensaje el 3 de septiembre, porque ese día se celebra el centenario de la elección del papa Benedicto XV, que estableció por primera vez una jornada anual de sensibilización sobre el fenómeno de la emigración.
Asimismo destacó cómo la Iglesia durante toda su historia casi bimilenaria hizo siempre frente a situaciones nuevas e intrincadas, entre las cuales se puede contar la que hoy plantea la emigración no solo por la dimensión que está alcanzando sino por las diferentes problemáticas de naturaleza social, económica, política, cultural y religiosa que conlleva.
“El mandamiento bíblico de acoger al extranjero, de abrirle la puerta como si se recibiera a Dios, entra en conflicto con situaciones difíciles, sobre todo –dijo el purpurado- cuando algunos emigrantes son protagonistas de irregularidades e incluso de delincuencia”. Ante esto el purpurado ha recordado que en un clima tan preocupante la pregunta es: ¿Cómo responde la Iglesia?.
A esto recordó que el Santo Padre ofrece tres consejos: renunciar a sí mismo, aumentar la colaboración entre los diferentes organismos e instituciones que trabajan por los emigrantes y humanizar la situación de los mismos intensificando los esfuerzos para crear condiciones propicias y garantizando una progresiva disminución de las razones que empujan a pueblos enteros a abandonar su tierra natal.
El Papa pide en su mensaje que “a la globalización del fenómeno migratorio hay que responder con la globalización de la caridad y de la cooperación, para que se humanicen las condiciones de los emigrantes” y al mismo tiempo, es necesario intensificar los esfuerzos para crear las condiciones adecuadas para garantizar una progresiva disminución de las razones que llevan a pueblos enteros a dejar su patria a causa de guerras y carestías, que a menudo se concatenan unas a otras”.
“A la solidaridad con los emigrantes y los refugiados es preciso añadir la voluntad y la creatividad necesarias para desarrollar mundialmente un orden económico-financiero más justo y equitativo, junto con un mayor compromiso por la paz, condición indispensable para un auténtico progreso”, señala Francisco.
Por su parte monseñor Joseph Kalathiparambil, secretario del Pontificio Consejo, explicó que es necesario adquirir una nueva conciencia sobre el tema de la emigración forzada, ya que se trata de una fuga hacia la salvación, a través de un viaje realizado en condiciones peligrosas en el que a menudo se arriesga la vida pero que “es la única manera para acceder a un país donde estas personas pueden encontrar protección y la posibilidad de vivir con dignidad”.
Monseñor Kalathiparambil insistió en que los Estados están llamados a colaborar con espíritu de solidaridad internacional “para responder a las necesidades de protección, devolver la dignidad humana a los refugiados y prevenir las causas de la movilidad forzada”, y subrayó que el desafío de hoy es el de “no acostumbrarse a los dramas humanos que viven las personas obligadas a desplazarse y no dejar que prevalezca la indiferencia, “la debilidad de nuestra naturaleza humana que nos hace sentir a veces la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor”, como señala el Papa en su mensaje.
Entre 1990 y 2013 el número de emigrantes internacionales aumentaron un 50%. De estos, cerca el 59% vive en regiones desarrolladas del globo, mientras las regiones en vías de desarrollo acogen el 41%. Respecto a las zonas de partida de los emigrantes, Asia es el primer continente de la lista con casi 92.500.000 personas, seguida de Europa con 58.400.000, Sudamérica y Caribe con 36.7000.000, África con 31.300.000, América del Norte con 4.300.000 y Oceanía con 1.900.000 personas.
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