Si yo no perdono, "¿cómo puedo pedir al
Padre que me perdone?", cuestiona el Papa Francisco
VATICANO, 11 Sep. 14 / 10:51 am (ACI/EWTN Noticias).-
Durante la Misamatutina celebrada en la Casa Santa Marta,
el Papa Francisco reiteró que Jesús pide a sus discípulos ser misericordiosos y
no jueces de los demás con chismes y hablando mal; así como amar a sus enemigos
y perdonar todos los días tal como se recita en el Padre Nuestro, pues “si yo
no perdono, ‘¿cómo puedo pedir al Padre que me perdone?’”.
El Papa desarrolló su homilía deteniéndose en un pasaje del Evangelio de
Lucas en el que el Señor indica el camino del amor sin límites y pide que se
rece por quien trata mal. “Amen, hagan el bien, bendigan, recen” y “no
rechacen”, señaló.
Francisco recordó que el cristiano debe “darse a sí mismo, dar el
corazón, precisamente a los que no nos quieren, a los que nos hacen mal, a los
enemigos. Y ésta es la novedad del Evangelio”, pues no tenemos mérito si amamos
a los que nos aman, porque eso lo hacen también los pecadores.
Los cristianos están llamados a amar a sus enemigos. “Hagan el bien y
presten sin esperar nada. Sin interés y su recompensa será grande”. Ciertamente
“el Evangelio es una novedad. Una novedad difícil que hay que llevar adelante,
yendo detrás de Jesús”.
“‘Padre, yo… ¡yo no tengo la voluntad de hacer así!’ – ‘Bueno, si no te
sientes capaz de esto es un problema tuyo, ¡pero el camino cristiano es éste!’.
Éste es el camino que Jesús nos enseña. ‘¿Y qué cosa debo esperar?’. Vayan por
el camino de Jesús, que es la misericordia; sean misericordiosos como su Padre
es misericordioso. Sólo con un corazón misericordioso podremos hacer todo lo
que el Señor nos aconseja. Hasta el final. La vida cristiana no es una vida autorreferencial; es una vida que sale de
sí misma para darse a los demás. Es un don, es amor, y el amor no vuelve sobre
sí mismo, no es egoísta: se da”.
En ese sentido, señaló que Jesús nos pide que seamos misericordiosos y
que no juzguemos, pues tantas veces “parece que nosotros hemos sido nombrados
jueces de los demás: con chismes, hablando mal… juzgamos a todos”. Y en cambio
el Señor nos dice que “no juzguen y no serán juzgados. No condenen y no serán
condenados”. Y al final nos pide que perdonemos y así seremos perdonados.
“Todos los días lo decimos en el Padrenuestro: ‘Perdónanos como nosotros
perdonamos’. Si yo no perdono, ‘¿cómo puedo pedir al Padre que me perdone?’”,
cuestionó.
“Ésta es la vida cristiana. ‘Pero, Padre, ¡esta es una necedad!’ – ‘Sí’.
Hemos escuchado, estos días a San Pablo que decía lo mismo: ‘La necedad de
la Cruz de Cristo’, que no tiene nada que
ver con la sabiduría del mundo. ‘Pero, Padre, ¿ser cristiano es volverse necio
en cierto sentido?’ – ‘Sí’. En cierto sentido, sí. Es renunciar a esa astucia
del mundo para hacer todo lo que Jesús nos dice que hagamos; y que si hacemos
las cuentas, si hacemos un balance, parece en perjuicio nuestro”.
“Este es el camino de Jesús: la magnanimidad, la generosidad; el darse a
sí mismo sin medida”, afirmó el Papa, y recordó que por ello “Jesús vino al
mundo, y así lo hizo Él: dio, perdonó, no habló mal de nadie, no juzgó”. “Ser
cristiano no es fácil – reconoció el Papa – y no “podemos llegar a ser
cristianos” sólo “con la gracia de Dios” o sólo “con nuestras fuerzas”:
“Y aquí viene la oración que debemos hacer todos los días: ‘Señor, dame
la gracia de llegar a ser un buen cristiano, una buena cristiana, porque yo no
logro hacerlo. Una primera lectura de esto, asusta: asusta. Pero no si nosotros
tomamos el Evangelio y hacemos una segunda, una tercera, una cuarta lectura del
capítulo VI de San Lucas: hagámosla; y si pedimos al Señor la gracia de
entender lo que significa ser cristiano, y también la gracia para que Él nos
haga cristianos a nosotros. Porque nosotros no podemos hacerlo solos”, culminó.
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