Francisco: Exaltamos la Cruz de Cristo, porque es el signo del amor de
Dios a la humanidad
Domingo
14 Sep 2014 | 10:55 am Ciudad del Vaticano (AICA): Hoy,
domingo 14 de septiembre la Iglesia, la liturgia celebra la Fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz, lo recordó el papa Francisco a los miles de
peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, para rezar con el Pontífice la
oración mariana del Ángelus. “Nosotros no exaltamos una cruz cualquiera, dijo
el Santo Padre, o todas las cruces; sino que exaltamos la Cruz de Jesús, porque
en ella se reveló al máximo el amor de Dios por la humanidad.
Hoy,
domingo 14 de septiembre la Iglesia, la liturgia celebra la Fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz, lo recordó el papa Francisco a los miles de peregrinos
congregados en la plaza de San Pedro, para rezar con el Pontífice la oración
mariana del Ángelus. “Nosotros no exaltamos una cruz cualquiera, dijo el Santo
Padre, o todas las cruces; sino que exaltamos la Cruz de Jesús, porque en ella
se reveló al máximo el amor de Dios por la humanidad, tal como nos lo recuerda
el Evangelio de Juan en la liturgia del día.
Por esta razón dijo Francisco, nosotros, los cristianos, bendecimos con el signo de la cruz. De ahí que el Obispo de Roma, señala Radio Vaticana, invitó –mientras contemplamos y celebramos la Santa Cruz – a pensar con conmoción en tantos hermanos y hermanas nuestros que son perseguidos y asesinados a causa de su fidelidad a Cristo. Y añadió que esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa no está aún garantizada o plenamente realizada; así como también en países y ambientes que, en principio, tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde concretamente los creyentes, y de modo especial los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones.
Después de rezar a la Madre de Dios, y antes de saludar a los diversos grupos de peregrinos presentes, el Papa dirigió un pensamiento especial a la República Centroafricana que desea la paz. Al recordar que en esta nación está a punto de comenzar la Misión anhelada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a fin de lograr su pacificación y proteger a la población civil, que está sufriendo gravemente las consecuencias de los conflictos en curso, el Santo Padre dijo:
“Mientras les aseguro el compromiso y la oración de la Iglesia católica, animo el esfuerzo de la Comunidad Internacional, que sale en ayuda de los Centroafricanos de buena voluntad. Que lo antes posible la violencia ceda el paso al diálogo; que los despliegues opuestos dejen de lado los intereses particulares y se preocupen para que cada ciudadano, perteneciente a cualquier etnia y religión, pueda colaborar para la construcción del bien común”.
Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El 14 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Alguna persona no cristiana podría preguntarnos: ¿por qué “exaltar” la cruz? Podemos responder que nosotros no exaltamos una cruz cualquiera, o todas las cruces: exaltamos la Cruz de Jesús, porque en ella se reveló al máximo el amor de Dios por la humanidad.
Es esto lo que nos recuerda el Evangelio de Juan en la liturgia del día: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito”. El Padre “dio” al Hijo para salvarnos, y esto comportó la muerte de Jesús, y la muerte en la cruz. ¿Por qué? ¿Por qué fue necesaria la Cruz?
A causa de la gravedad del mal que nos tenía esclavos. La Cruz de Jesús expresa ambas cosas: toda la fuerza negativa del mal, y toda la mansa omnipotencia de la misericordia de Dios. La Cruz parece decretar el fracaso de Jesús, pero en realidad, marca su victoria.
En el Calvario, los que se burlaban de Él le decían: “Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”. Pero era verdad lo contrario: precisamente porque era el Hijo de Dios Jesús estaba allí, en la cruz, fiel hasta el final designio del amor del Padre. Y precisamente por esto Dios ha “exaltado” a Jesús, confiriéndole una realeza universal.
Y cuando dirigimos la mirada a la Cruz donde Jesús fue clavado contemplamos el signo del amor, del amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y la raíz de nuestra salvación. De aquella Cruz brota la misericordia del Padre que abraza al mundo entero.
Por medio de la Cruz de Cristo el maligno fue vencido, la muerte es derrotada, se nos dio la vida y se nos devolvió la esperanza. Esto es importante. Por medio de la Cruz de Cristo se nos devolvió la esperanza.
¡La Cruz de Jesús es nuestra única y verdadera esperanza! He aquí porqué la Iglesia “exalta” la Santa Cruz, y he aquí porqué nosotros, los cristianos, bendecimos con el signo de la cruz. Es decir, nosotros no exaltamos las cruces, sino “la” Cruz gloriosa de Jesús, signo del amor inmenso de Dios. Signo de nuestra salvación, y camino hacia la Resurrección. Y ésta es nuestra esperanza.
Mientras contemplamos y celebramos la Santa Cruz, pensemos con conmoción en tantos hermanos y hermanas nuestros que son perseguidos y asesinados a causa de su fidelidad a Cristo. Esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa no está aún garantizada o plenamente realizada.
También sucede en países y ambientes que en principio tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde, concretamente, los creyentes y, de modo especial los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones.
Por eso hoy los recordamos y rezamos de modo especial por ellos. En el Calvario, a los pies de la cruz, estaba la Virgen María. Es la Virgen Dolorosa, que mañana celebraremos en la liturgia. A Ella encomiendo el presente y el futuro de la Iglesia, para que todos sepamos descubrir y recibir siempre el mensaje de amor y de salvación de la Cruz de Jesús. Les encomiendo de modo particular a las parejas de esposos que tuve la alegría de unir en matrimonio esta mañana en la Basílica de San Pedro”.+
Por esta razón dijo Francisco, nosotros, los cristianos, bendecimos con el signo de la cruz. De ahí que el Obispo de Roma, señala Radio Vaticana, invitó –mientras contemplamos y celebramos la Santa Cruz – a pensar con conmoción en tantos hermanos y hermanas nuestros que son perseguidos y asesinados a causa de su fidelidad a Cristo. Y añadió que esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa no está aún garantizada o plenamente realizada; así como también en países y ambientes que, en principio, tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde concretamente los creyentes, y de modo especial los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones.
Después de rezar a la Madre de Dios, y antes de saludar a los diversos grupos de peregrinos presentes, el Papa dirigió un pensamiento especial a la República Centroafricana que desea la paz. Al recordar que en esta nación está a punto de comenzar la Misión anhelada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a fin de lograr su pacificación y proteger a la población civil, que está sufriendo gravemente las consecuencias de los conflictos en curso, el Santo Padre dijo:
“Mientras les aseguro el compromiso y la oración de la Iglesia católica, animo el esfuerzo de la Comunidad Internacional, que sale en ayuda de los Centroafricanos de buena voluntad. Que lo antes posible la violencia ceda el paso al diálogo; que los despliegues opuestos dejen de lado los intereses particulares y se preocupen para que cada ciudadano, perteneciente a cualquier etnia y religión, pueda colaborar para la construcción del bien común”.
Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El 14 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Alguna persona no cristiana podría preguntarnos: ¿por qué “exaltar” la cruz? Podemos responder que nosotros no exaltamos una cruz cualquiera, o todas las cruces: exaltamos la Cruz de Jesús, porque en ella se reveló al máximo el amor de Dios por la humanidad.
Es esto lo que nos recuerda el Evangelio de Juan en la liturgia del día: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito”. El Padre “dio” al Hijo para salvarnos, y esto comportó la muerte de Jesús, y la muerte en la cruz. ¿Por qué? ¿Por qué fue necesaria la Cruz?
A causa de la gravedad del mal que nos tenía esclavos. La Cruz de Jesús expresa ambas cosas: toda la fuerza negativa del mal, y toda la mansa omnipotencia de la misericordia de Dios. La Cruz parece decretar el fracaso de Jesús, pero en realidad, marca su victoria.
En el Calvario, los que se burlaban de Él le decían: “Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”. Pero era verdad lo contrario: precisamente porque era el Hijo de Dios Jesús estaba allí, en la cruz, fiel hasta el final designio del amor del Padre. Y precisamente por esto Dios ha “exaltado” a Jesús, confiriéndole una realeza universal.
Y cuando dirigimos la mirada a la Cruz donde Jesús fue clavado contemplamos el signo del amor, del amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y la raíz de nuestra salvación. De aquella Cruz brota la misericordia del Padre que abraza al mundo entero.
Por medio de la Cruz de Cristo el maligno fue vencido, la muerte es derrotada, se nos dio la vida y se nos devolvió la esperanza. Esto es importante. Por medio de la Cruz de Cristo se nos devolvió la esperanza.
¡La Cruz de Jesús es nuestra única y verdadera esperanza! He aquí porqué la Iglesia “exalta” la Santa Cruz, y he aquí porqué nosotros, los cristianos, bendecimos con el signo de la cruz. Es decir, nosotros no exaltamos las cruces, sino “la” Cruz gloriosa de Jesús, signo del amor inmenso de Dios. Signo de nuestra salvación, y camino hacia la Resurrección. Y ésta es nuestra esperanza.
Mientras contemplamos y celebramos la Santa Cruz, pensemos con conmoción en tantos hermanos y hermanas nuestros que son perseguidos y asesinados a causa de su fidelidad a Cristo. Esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa no está aún garantizada o plenamente realizada.
También sucede en países y ambientes que en principio tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde, concretamente, los creyentes y, de modo especial los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones.
Por eso hoy los recordamos y rezamos de modo especial por ellos. En el Calvario, a los pies de la cruz, estaba la Virgen María. Es la Virgen Dolorosa, que mañana celebraremos en la liturgia. A Ella encomiendo el presente y el futuro de la Iglesia, para que todos sepamos descubrir y recibir siempre el mensaje de amor y de salvación de la Cruz de Jesús. Les encomiendo de modo particular a las parejas de esposos que tuve la alegría de unir en matrimonio esta mañana en la Basílica de San Pedro”.+
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