Ser honestos sobre nuestros pecados “nos
abre a la caricia del Señor”, afirma el Papa Francisco
VATICANO, 18 Sep. 14 / 10:37 am (ACI/EWTN Noticias).-
Durante
la Misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa
Francisco abordó el pasaje evangélico donde Jesús perdona a la prostituta -ante
el escándalo de la gente y los fariseos-, para afirmar que Cristo perdona y
brinda su caricia a quien con honestidad sabe reconocerse pecador.
“Reconocer
nuestros propios pecados, reconocer nuestra miseria, reconocer lo que nosotros
somos y lo que somos capaces de hacer o hemos hecho es, precisamente la puerta
que se abre a la caricia de Jesús, al perdón de Jesús, a la Palabra de Jesús
‘¡Vete en paz, tu fe te salva!’, porque has sido valeroso, has sido valerosa al
abrir tu corazón a Aquel que sólo puede salvarte”, afirmó el Santo Padre.
Francisco
recordó que Jesús es invitado a casa de un fariseo, “una persona de cierto
nivel, de cultura” – afirmó el Papa – que “quería escuchar a Jesús”, su
doctrina, quería saber más. Y juzga dentro suyo tanto a la pecadora -que lava
los pies de Jesús con sus lágrimas y los rocía con perfume, secándolos sus
cabellos-, como a Jesús porque “si fuera un profeta sabría quién es y de qué
clase es la mujer que lo toca”. “No era malo”, pero “no logra entender aquel
gesto de la mujer”.
“No
logra comprender los gestos elementales: los gestos elementales de la gente.
Quizá este hombre había olvidado cómo se acaricia a un niño, como se consuela a
una abuela. En sus teorías, en sus pensamientos, en su vida de
gobierno – porque tal vez era un consejero de los fariseos – había olvidado los
gestos elementales de la vida, los primeros gestos que todos nosotros, recién
nacidos, hemos comenzado a recibir de nuestros padres”, señaló el Papa.
En
ese sentido, recordó que Jesús reprocha al fariseo “con humildad y ternura”.
“Su paciencia, su amor, las ganas de salvar a todos” lo lleva a Cristo a
explicarle lo que ha hecho la mujer y qué gestos de cortesía no ha tenido él. Y
entre las murmuraciones escandalizadas de todos, dice a la mujer “¡Tus pecados
son perdonados!”. “Vete en paz, ¡tu fe te ha salvado!”:
“La
palabra salvación– ‘Tu fe te ha salvado’ – la dice sólo a la mujer, que es una
pecadora. Y lo dice porque ella ha logrado llorar sus pecados, confesar sus
pecados, decir: ‘Yo soy una pecadora’, a decírselo a sí misma. No lo dice a
aquella gente, que no era mala: ellos no se creían pecadores. Pecadores eran
los demás: los publicanos, las prostitutas… Esos eran pecadores. Jesús dice
esta palabra – ‘Tú estás salvado, tú estás salvada, te has salvado’– sólo a quien
sabe abrir el corazón y reconocerse pecador. La salvación sólo entra en el
corazón y cuando nosotros abrimos el corazón en la verdad de nuestros pecados”.
“El
lugar privilegiado del encuentro con Jesucristo – recordó el Papa – son los
propios pecados”. Esto parece una “herejía, pero también lo decía San Pablo”
que se vanagloriaba sólo de dos cosas: de sus pecados y de Cristo Resucitado
que lo ha salvado.
“Y
por reconocer nuestros propios pecados, reconocer nuestra miseria, reconocer lo
que nosotros somos y lo que somos capaces de hacer o hemos hecho es,
precisamente la puerta que se abre a la caricia de Jesús, al perdón de Jesús, a
la Palabra de Jesús ‘¡Vete en paz, tu fe te salva!’, porque has sido valeroso,
has sido valerosa al abrir tu corazón a Aquel que sólo puede salvarte”.
Jesús
dice a los hipócritas que “las prostitutas y los publicanos los precederán en
el Reino de los Cielos”. “¡Es fuerte esto!”, porque cuantos se sienten
pecadores “abren su corazón en la confesión de los pecados, al encuentro con
Jesús, que ha dado su sangre por todos nosotros”, concluyó el Papa.
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