EL VIGESIMOSEGUNDO DIA
Su obediencia
Francisco de Sales
poseía la Hermosa virtud de la obediencia en un grado eminente, por lo cual
estamos justificados al afirmar que toda su vida fue un ejercicio continuo de
la misma. Por qué en medio de sus muchas y eminentes cualidades él era
extraordinario porque siempre prefería el juicio de los demás al suyo propio; y
más aún, por someter siempre su propia opinión a aquellos que eran menos
experimentados que él, demostrando así su docilidad y su capacidad de desprenderse
de sus propias inclinaciones.
Es más, muchas
veces él se rebajaba a obedecer a sus siervos, aún en materias diferentes; así
pues, en una conversación confidencial con un amigo, las siguientes palabras se
le escaparon: ‘Yo muy pocas veces sigo mi voluntad; yo prefiero ceder a la
voluntad de los demás, en vez de inducirlos a lo que yo deseo.’ (Pere de la
Riviere.)
Un Ramillete Espiritual
Oh, qué cosa tan
Buena es ser flexible con respecto a los demás. No solo los Santos nos han
enseñado la práctica de dejar a un lado nuestra propia voluntad, sino que
nuestro Señor Mismo nos ha urgido la misma lección en palabra y en ejemplo.
Pero cómo en palabra? Qué significa este consejo de auto-abnegación, de dejar a
un lado nuestra propia voluntad y juicio en cada ocasión para poder seguir la
voluntad y los juicios de los demás, y someternos a ellos excepto cuando esto
ofende a Dios? (Discurso XV. De la Voluntad de Dios.)
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