EL DECIMO SEXTO DIA
Su
humilde dulzura
Francisco de Sales
venció todas sus pasiones por medio de la paciencia y la generosidad. Él dijo
que él se había enojado una sola vez en su vida y que se había arrepentido de
ello desde el momento en que sucedió. El entregó sus inclinaciones y afectos y
luchó como un hombre en contra de sus aversiones y repugnancias.
Él se complacía si
alguien dirigía su atención a las imperfecciones que habían observado en él, y
se esforzaba por preservar en todo momento, en la mañana, la tarde y la noche,
la dulzura y gentileza de corazón hacia sí mismo, y hacia su vecino y para así
mantener su alma tranquila.
Francisco de Sales
siempre buscó y amó su propia humildad. Su continencia siempre sonreía, sus
palabras eran cordiales y llenas de dulzura. Él me dijo que durante muchos años
él trabajo solo para poder adquirir la humildad y la dulzura. (Sr. M. A.
Fichet.)
Un Ramillete Espiritual
Cada mañana
establece tu corazón en la humildad, la dulzura y la paz; renueva este
propósito antes de la cena, después de la gracia, después de la Oración de la
noche y varias veces durante el día. Yo sé bien que tú también tienes
oportunidades de practicar el amor por el desdén, por los rechazos y por los
enfados que en el presente te asaltan tan frecuentemente; pero hazlo bien, porque
el propósito de la humildad es saber cómo comportarse, como respetar a otros y
como conversar con aquellos que sabemos que se oponen a nosotros. (El
Director Espiritual.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario