Mons. Romero nunca se interesó por la
teología de la liberación, asegura su secretario personal
Por Alvaro de Juana
VATICANO, 12 Feb. 15 / 03:08 pm (ACI).- Los teólogos de la liberación visitaban a Mons.
Oscar Romero y le dejaban sus libros, pero nunca los abrió, él estaba adherido
a la doctrina de la Iglesia, afirmó Mons. Jesús Delgado, secretario del futuro
beato, quien indicó además que el entonces Arzobispo de San Salvador “se vio
jalado de un lado y de otro”, pues también la “izquierda” lo amenazó de muerte.
En
declaraciones a ACI Prensa,
Mons. Delgado señaló que el asesinato del Arzobispo salvadoreño, ocurrido el 24
de marzo de 1980, “fue la oposición a una predicación que él hizo y que es la
que Iglesia pide a todos: la conversión a Jesús, a un encuentro personal con
Jesús”.
Mons.
Romero “pidió con el Concilio Vaticano II un
encuentro personal con Cristo Jesús, lo cual implicó una opción preferencial
por los pobres porque Jesús optó por los pobres para salvarnos a todos”.
En
ese sentido, el secretario personal abordó la presunta relación que durante
años se quiso establecer entre Mons. Romero y la teología de la liberación:
“cuando escribí su vida fui
a revisar su biblioteca. Evidentemente, los teólogos de la liberación siempre
que lo visitaban le dejaban un libro, sus libros”.
“Los
vi, estaban puros e inmaculados, nunca los abrió, nunca jamás, ni los leyó, ni
los consultó nunca. En cambio todos los libros de los padres de la Iglesia
estaban manoseados por aquí y por allá, eran la fuente de su inspiración”,
afirmó Mons. Delgado.
En
ese sentido, aseguró que Mons. Romero “de la Teología de la Liberación
no supo nada, no quiso informarse de eso, él estaba adherido fielmente a la
Iglesia Católica y sobre todo a la doctrina de los Papas”.
“Se
fue abriendo el camino con el Evangelio a una teología de Dios presente en los
pobres, que podíamos llamarlo así: 'Dios presente viviendo con los pobres y
caminando con los pobres'”, aseguró Mons. Delgado.
El
Prelado explicó que “este punto fue el que no lograron entender sus amigos de
familias ricas en ese momento, y no es que no quisieran entender, es que
estábamos en ese momento enfrascados en una lucha entre la Unión Soviética y
los Estados Unidos”.
Así
pues, “la figura de Mons. Romero se vio jalada de un lado y de otro, y él
quería permanecer y permaneció siempre en el mismo camino: predicar la
palabra de Dios y llamarnos a todos a una conversión a Cristo y con Cristo a la
gente más pobre”.
En
ese sentido, indicó que “la izquierda que se apoyaba en Mons. Romero, se
apoyaba en él para sus fines, lo amenazaron de muerte porque bendijo, dicen
ellos, el golpe de Estado y la reforma agraria que proponía el golpe de estado
en 1979”. Por ello, “le declararon amante del reformismo y no de la revolución
y le declararon la pena de muerte”, expresó.
En
esta situación, “la Navidad de 1979 la vivió bajo el miedo de los fuegos
que lo amenazaban por parte de la derecha y la izquierda”. “Fue asesinado el 24
de marzo y yo siempre digo que cualquiera de los dos podía haberle matado,
tanto la izquierda como la derecha. Le tenían odio por una u otra razón.
Después, la Comisión de la Verdad demostró que fue la derecha la que lo mató”,
indicó.
Explicó
que “el problema es delicado porque la izquierda lo tomó como bandera
de batalla. Dijeron: 'nuestro es San Romero'. Evidentemente la derecha
levantó el grito y ya ven cómo lo usan porque ellos son los que lo
arrastraron con él y lo ideologizaron, lo manipularon, los jesuitas lo
manipularon, la izquierda lo manipuló, era un hombre que perdió su libertad, se
volvió 'loco' y todo eso llegaba aquí como documentación de la extrema derecha”.
Sobre
por qué durante años llegaron informes negativos a la Santa Sede acerca
de la figura del futuro beato, su secretario explica que entonces “las noticias
que llegaban eran negativas y los Papas que no conocían bien la situación
latinoamericana guardaban mucha prudencia frente a esto”.
“Gracias
a Dios ha llegado un Papa que conoce muy bien esta situación latinoamericana y
se desbloqueó todo, ahí se abrió camino la justicia y la verdad”, subraya Mons.
Jesús Delgado Acevedo.
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