Mártires de hoy son asesinados por corruptos
que odian a Jesucristo, dice el Papa Francisco
VATICANO, 06 Feb. 15 / 09:59 am (ACI).-
Haciendo
una intensa meditación sobre San Juan Bautista, que fue asesinado por el rey
Herodes Antipas, el Papa Francisco recordó a los mártires de hoy que terminan
sus vidas bajo autoridades corruptas que odian a Jesucristo.
Así
lo dijo en la homilía de la Misa que celebró esta mañana en la capilla de la
Casa Santa Marta. El Santo Padre, tras leer el Evangelio de San Marcos señaló
que “cuando leo este pasaje les confieso que me conmuevo y pienso siempre en
dos cosas”:
“En
primer lugar, pienso en nuestros mártires, en los mártires de nuestros
días, los hombres, las mujeres, los niños que son perseguidos, odiados,
expulsados de sus hogares, torturados, masacrados”.
“Y
esto no es una cosa del pasado: esto sucede hoy. Nuestros mártires, que
terminan sus vidas bajo la autoridad corrupta de gente que odia a
Jesucristo. Nos hará bien pensar en nuestros mártires. Hoy pensamos
en (San) Pablo Miki, pero eso sucedió en el 1600.
¡Pensemos en los de hoy! En los del 2015”.
Por
otra parte, continuó el Santo Padre, este abajarse de Juan “continuamente
hasta la nada me hace pensar, que estamos en este camino y vamos hacia la
tierra, donde todos acabaremos. Me hace pensar en mí mismo”.
“También
yo acabaré. Todos nosotros acabaremos. Nadie tiene la vida‘comprada’.
Nosotros también, queriendo o no queriendo, vamos por el camino de la
anonadación existencial de la vida, y esto, al menos a mí, me hace rezar para
que esta anonadación se parezca lo más posible a Jesucristo, a su anonadación”.
Sobre
San Juan Bautista, a quien llamó Juan el Grande, el Pontífice dijo que él
“nunca traicionó su vocación (…) consciente que su deber era sólo proclamar la
proximidad del Mesías”, consciente de ser “sólo la voz” porque “la Palabra era
Otro”: “termina su vida como el Señor, con el martirio”.
Es
sobre todo cuando termina en la cárcel por mano de Herodes Antipas que “el
hombre más grande nacido de mujer” se hace “pequeño, pequeño,
pequeño”, golpeado primero por la prueba de “la oscuridad del alma” –cuando
duda que Jesús sea aquel a quien ha preparado el camino– y luego cuando llega
para él el momento final, ordenado por un rey fascinado y desconcertado al
mismo tiempo por Juan.
El
Papa Francisco explica que “al final, después de esta purificación, después de
este descenso continuo en la anonadación, haciendo camino a la anonadación de
Jesús, termina su vida. Ese rey desconcertado es capaz de tomar una decisión,
pero no porque su corazón se haya convertido, sino porque el vino le ha dado
coraje”.
“Y
así –subraya el Santo Padre– Juan termina su vida bajo la autoridad de un rey
mediocre, borracho y corrupto, por el capricho de una bailarina y el odio
vengativo de una adúltera. Así termina el Grande, el hombre más grande nacido
de mujer”.
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