Papa Francisco explica el origen de todas
las guerras
VATICANO, 17 Feb. 15 / 02:59 pm (ACI/EWTN Noticias).- El hombre es capaz de hacer el bien y el mal, todo
depende de su relación con Dios, afirmó el Papa Francisco durante la Misa en
la Casa Santa Marta, donde condenó a los traficantes de armas, “comerciantes de
muerte” que incentivan las guerras y que no comprenden el Evangelio porque
están endurecidos por las pasiones.
Francisco,
que dedicó la Misa a los 21 cristianos egipcios asesinados por el Estado
Islámico (ISIS), reflexionó sobre la primera lectura que narra el diluvio
universal y observó que el hombre es incluso capaz de destruir la fraternidad y
de aquí nacen guerras y divisiones. Por ello condenó duramente a aquellos
“comerciantes de muerte” que venden armas a países en conflicto para que
continúen las guerras.
“El
hombre es capaz de destruir todo aquello que Dios ha realizado”, advirtió el
Papa, que desarrolló su homilía basándose en el paso dramático del Génesis que
muestra la ira de Dios por la maldad del hombre y que preludia el diluvio
universal. El hombre “parece ser más potente de Dios”, es capaz de destruir las
cosas buenas que Él ha realizado.
Recordó
que en los primeros capítulos de la Biblia hay varios ejemplos, como “Sodoma y Gomorra,
la Torre de Babel, en los cuales el hombre muestra su maldad”. Un mal que se
anida en lo íntimo del corazón.
“¡Pero
padre, no sea tan negativo!, dirá alguien. Pero ésta es la verdad. Somos
capaces de destruir también la fraternidad: Caín y Abel en las primeras páginas
de la Biblia. Destruir la fraternidad. Es el comienzo de las guerras, ¿no? Los
celos, las envidias, tanta a avidez de poder, de tener más poder. Sí, esto
parece negativo pero es realista. Tomen un diario, cualquiera: de izquierda,
del centro, de derecha…cualquiera. Y verán que más del 90% de las noticias son
de destrucción. Más del 90 por ciento. Y esto lo vemos todos los días”.
“Pero
¿qué sucede en el corazón del hombre?”, se preguntó Francisco. Jesús nos
recuerda que “del corazón del hombre nacen todas las maldades”. Nuestro corazón
débil – prosiguió – “está herido”.
Indicó
que existe siempre un “deseo de autonomía”: “¡yo hago lo que quiero y si tengo
ganas de esto, lo hago! ¡Y si por esto quiero hacer una guerra, la hago!”.
“¿Pero
por qué somos así? Porque tenemos esta posibilidad de destrucción, éste es el
problema. Luego, en las guerras, en el tráfico de armas…‘pero ¡somos
comerciantes!’ Sí, ¿de qué? ¿De muerte? Y están los países que venden las
armas a éste, que está en guerra con éste y las venden también a éste, para que
así continúe la guerra. Capacidad de destrucción. Y esto no viene del vecino
¡viene de nosotros! ‘Cada íntima intención del corazón no era otra cosa que
mal’. Nosotros tenemos esta semilla adentro, esta posibilidad. ¡Pero tenemos
también al Espíritu Santo que nos salva, eh! Pero debemos elegir, en las
pequeñas cosas”.
El
Papa también advirtió contra las habladurías, de quién habla mal del vecino:
“también en la parroquia, en las asociaciones”, cuando hay “celos” y “envidias”
y quizás se va a hablar mal con el párroco. “Esta es la maldad, ésta es la
capacidad de destruir que todos nosotros tenemos”. Y sobre esto “la Iglesia a las puertas de la Cuaresma nos
hace reflexionar”.
Francisco
dirigió una mirada al Evangelio del día en el cual Jesús reprocha a los
discípulos que pelean entre ellos porque se habían olvidado de traer el pan. El
Señor les dice que “estén atentos”, que tengan cuidado de la “levadura de los
fariseos, de la levadura de Herodes”. Simplemente, pone el ejemplo de dos
personas: Herodes que es “malo, asesino y los fariseos hipócritas”. Jesús les
recuerda cuando ha partido los cinco panes y los exhorta a pensar en la
Salvación, a aquello que Dios ha hecho por todos nosotros. Pero ellos,
recuerda el Papa, “no entendían porque su corazón estaba endurecido por esta
pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y ver quién era el culpable de
aquel olvido del pan”.
Debemos
tomar en serio el mensaje del Señor, dijo el Papa, “éstas no son cosas
extrañas, esto no es el discurso de un marciano”, “el hombre es capaz de hacer
tanto bien”. Y citó el ejemplo de Madre Teresa,
“una mujer de nuestro tiempo”.
Dijo
que todos nosotros “somos capaces de hacer tanto bien, pero todos nosotros
somos capaces también de destruir; destruir en lo grande y en lo pequeño, en la
misma familia;
destruir a los hijos” no dejándolos crecer “con libertad, no ayudándoles a
crecer bien; anular a los hijos”. Tenemos esta capacidad y por esto “es
necesaria la meditación continua, la oración, la confrontación entre nosotros,
para no caer en esta maldad que todo destruye”:
“Y
tenemos la fuerza, nos recuerda Jesús. Acuérdense. Y hoy nos dice: ‘Acuérdense.
Acuérdense de Mí, que he donado mi sangre por ustedes; acuérdense de Mí que los
he salvado, los he salvado a todos; acuérdense de Mí que tengo la fuerza para
acompañarlos en el camino de la vida, no por el camino de la maldad sino por el camino
de la bondad, del hacer el bien a los otros; no por el camino de la
destrucción, sino por el camino del construir; construir una familia, construir
una ciudad, construir una cultura, construir una patria, siempre más”.
“Pidamos
hoy al Señor, antes de comenzar la Cuaresma esta gracia: de elegir bien siempre
el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos
llevarán por el camino equivocado”, concluyó.
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