EL VIGESIMOSEXTO DIA
Su resignación
La vida entera de
Francisco de Sales era un ejercicio continuo de resignación a la Voluntad de
Dios. Esto era tan habitual para él que formalmente él nunca contrario, por
medio de un acto contrario, renunció a la resolución que había tomado de
perseverar en esta noble virtud. En medio de las adversidades su corazón
permanecía imperturbable, y al confesar la justicia de los juicios Divinos él
se aferraba amorosamente a ellos y humildemente besaba la vara con la que su
buen Maestro se complacía en ponerlo a prueba. Cualquier preocupación que él
haya podido sentir en la parte interior de su alma, la parte superior de la
misma dulcemente accedía a los decretos adorables de la Divina Providencia. (Pere
de la Riviere.)
‘Puede que yo,’
escribió él, ‘diga esto en confidencia contigo. No hay ningún hombre en esta
tierra que sienta las separaciones más profundamente que yo; aún así, considero
las vanidades de este mundo como un asunto tan trivial que yo nunca regreso a
Dios con sentimientos de amor más grandes, que cuando El me ha golpeado o ha
permitido que otros me golpeen’.
‘Yo estoy
acostumbrado a decirle a las almas que se aplican a mi, que debemos elevar
nuestros corazones como la Iglesia nos lo pide en el santo Sacrificio.
(Cartas.)
Un
Ramillete Espiritual
No solo debemos
someternos a que Dios nos ponga a prueba, sino que debemos someternos a su ser
en el lugar en el que le complazca a El. (Cartas.)
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