EL VIGESIMOTERCER DIA
Su condescendencia
La obediencia
voluntaria de Francisco de Sales siempre fue maravillosa, y por ella él realizó
grandes obras en todas las ocasiones. Cuando él estaba con otros Obispos él
permanecía callado y sereno, sometiéndose a todos sus deseos, a un grado tal
que era casi doloroso para ellos. Cuando él estaba en medio de sus subalternos
él consultaba sus deseos hasta el punto en que era prudente hacerlo. El cedía
ante sus opiniones, se sometía sin duda alguna a sus humores, sin importar cuan
rudos o desagradables fueran estos y esto lo hizo sin discutir o sin manifestar
enfado. Todo por amor a Aquel Quien por amor a nosotros se hizo obediente ante
la muerte en la Cruz. (Pere de la Riviere.)
Qué no hizo él
para satisfacer la disposición quejumbrosa de Mgr. Jean Francois, aun cuando
Francisco era doce años más mayor que él? Cuando Jean Francois fue su coadjutor
a Francisco le gustaba que él tuviera precedencia. Hablando un día de su
inclinación por la sumisión a sus vecinos Francisco de Sales escribió,
‘Monseñor de Chalcedonia (su hermano) me ha corregido por esto y ahora me
comporto de mejor manera, pero muchas veces cometo la misma culpa, y aun cuando
esta es muy pequeña la reputación de mis antiguos hábitos se adhiere a mí y una
culpa vale por tres.’
Un Ramillete Espiritual
Dios nos ordena
tener caridad para con nuestro vecino, y es una grandiosa caridad cuando
permanecemos uno en ellos, y para esto no hay mejor medio que la dulzura y la
condescendencia; gentil, humilde, la condescendencia debe acompañar todas
nuestras acciones. Dios me ha mostrado Su voluntad en la voluntad de mis
hermanos, y por eso yo obedezco a Dios tantas veces como los obedezco a ellos.
(Discurso XV.)
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