El Himno a la Caridad, la guía para los
nuevos cardenales según Papa Francisco
Papa Francisco hoy en la Basílica de San Pedro. Foto: Bohumil Petrik /
ACI Prensa.
VATICANO, 14 Feb. 15 / 10:15 am (ACI/EWTN Noticias).- “El cardenalato ciertamente es una dignidad, pero
no una distinción honorífica”, destacó el Papa Francisco apenas comenzar su
homilía en el Consistorio Ordinario
para la creación de 20 nuevos cardenales en la mañana del sábado en la Basílica de San
Pedro.
El
Obispo de Roma realizó varias recomendaciones a los nuevos cardenales y
al resto del Colegio Cardenalicio basadas
en el conocido Himno a la Caridad de San Pablo. Saber amar, ser benevolente, no
envidioso, no presumir ni ser engreído, no ser egoísta ni tampoco irritarse,
sino disculpar todos y ser pacientes, fueron algunos de los consejos que les
dio para desarrollar el nuevo servicio al que han sido llamados.
“Ya
el mismo nombre de 'cardenal', que remite a la palabra latina 'cardo-quicio',
nos lleva a pensar, no en algo accesorio o decorativo, como una condecoración,
sino en un perno, un punto de apoyo y un eje esencial para la vida de la comunidad”.
En
este sentido, el Pontífice recordó a todo el Colegio Cardenalicio que
“son 'quicios' y están incardinados en la Iglesia de Roma, que 'preside toda la comunidad de la
caridad”.
El
Papa subrayó que “en la Iglesia, toda presidencia proviene de la caridad, se
desarrolla en la caridad y tiene como fin la caridad” y por eso “la Iglesia que
está en Roma tiene también en esto un papel ejemplar: al igual que ella preside
en la caridad, toda Iglesia particular, en su ámbito, está llamada a presidir
en la caridad”.
Francisco
puso “de pauta para esta celebración” y “para su ministerio” el “Himno a la
Caridad” de San Pablo y les dijo que “será bueno que todos, yo en primer lugar
y ustedes conmigo, nos dejemos guiar por las palabras inspiradas del apóstol
Pablo, en particular aquellas con las que describe las características de la
caridad”.
A
la Virgen, el Papa pidió que “nos ayude a acoger esta Palabra y a seguir
siempre este camino” y “que nos ayude con su actitud humilde y tierna de madre,
porque la caridad, don de Dios, crece donde hay humildad y ternura”.
A
continuación enumeró algunos aspectos del Himno de San Pablo, en el que habla
de que la caridad es “magnánima” y “benevolente”.
“Cuanto
más crece la responsabilidad en el servicio de la Iglesia, tanto más hay que
ensanchar el corazón, dilatarlo según la medida del Corazón de Cristo”.
Por
un lado, “la magnanimidad es, en cierto sentido, sinónimo de catolicidad: es
saber amar sin límites, pero al mismo tiempo con fidelidad a las situaciones
particulares y con gestos concretos. Amar lo que es grande, sin descuidar lo
que es pequeño; amar las cosas pequeñas en el horizonte de las grandes”.
Por
tanto, “saber amar con gestos de bondad”. Sobre este aspecto sostuvo que “la
benevolencia es la intención firme y constante de querer el bien, siempre y
para todos, incluso para los que no nos aman”.
San
Pablo, dijo Francisco, habla también de que la caridad “no tiene envidia; no
presume; no se engríe”.
“Esto
es realmente un milagro de la caridad, porque los seres humanos –todos, y en
todas las etapas de la vida– tendemos a la envidia y al orgullo a causa de
nuestra naturaleza herida por el pecado”.
“Tampoco
las dignidades eclesiásticas están inmunes a esta tentación. Pero precisamente
por eso, queridos hermanos, puede resaltar todavía más en nosotros la fuerza
divina de la caridad, que transforma el corazón, de modo que ya no eres tú el
que vive, sino que Cristo vive en ti. Y Jesús es todo amor”.
El
Papa advirtió de que la caridad “no es mal educada ni egoísta” ya que “estos
dos revelan que quien vive en la caridad está des-centrado de sí mismo”. En
este sentido, “el que está auto-centrado carece de respeto, y muchas veces ni
siquiera lo advierte, porque el 'respeto' es la capacidad de tener en cuenta al
otro, su dignidad, su condición, sus necesidades. El que está auto-centrado
busca inevitablemente su propio interés, y cree que esto es normal, casi un deber”.
En
cambio, “la caridad te des-centra y te pone en el verdadero centro, que es solo
Cristo. Entonces sí, serás una persona respetuosa y preocupada por el bien de
los demás”.
San
Pablo también dice que la caridad “no se irrita; no lleva cuentas del mal”. Y
sobre ello el Pontífice precisó que “al pastor que vive en contacto con la
gente no le faltan ocasiones para enojarse”.
“Tal
vez entre nosotros, hermanos sacerdotes, que tenemos menos disculpa, el peligro
de enojarnos sea mayor. También de esto es la caridad, y sólo ella, la que nos
libra. Nos libra del peligro de reaccionar impulsivamente, de decir y hacer
cosas que no están bien; y sobre todo nos libra del peligro mortal de la ira
acumulada, 'alimentada' dentro de ti, que te hace llevar cuentas del mal
recibido”.
“Esto
no es aceptable en un hombre de Iglesia. Aunque es posible entender un enfado
momentáneo que pasa rápido, no así el rencor. Que Dios nos proteja y libre de
ello”, pidió Francisco.
La
caridad “no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad”, dice
también el conocido Himno de San Pablo. Sobre estas palabras Francisco añadió
que “el que está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia debe tener un
fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera
la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia”. Y “al mismo tiempo,
'goza con la verdad': ¡Qué hermosa es esta expresión!, exclamó el Pontífice.
“El
hombre de Dios es aquel que está fascinado por la verdad y la encuentra
plenamente en la Palabra y en la Carne de Jesucristo. Él es la fuente
inagotable de nuestra alegría. Que el Pueblo de Dios vea siempre en nosotros la
firme denuncia de la injusticia y el servicio alegre de la verdad”, pidió
Francisco.
Por
último, el Papa aludió a cómo la caridad “disculpa sin límites, cree sin
límites, espera sin límites, aguanta sin límites”.
“Aquí
hay, en cuatro palabras, todo un programa de vida espiritual y pastoral”. Esto
es debido a que “el amor de Cristo, derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo, nos permite vivir así, ser así: personas capaces de perdonar
siempre; de dar siempre confianza, porque estamos llenos de fe en Dios; capaces
de infundir siempre esperanza, porque estamos llenos de esperanza en Dios;
personas
que saben soportar con paciencia toda situación y a todo hermano y hermana, en
unión con Jesús, que llevó con amor el peso de todos nuestros pecados”.
Las
últimas recomendaciones del Obispo de Roma a los nuevos cardenales fue que
“Dios es amor y lleva a cabo todo esto si somos dóciles a la acción de su Santo
Espíritu. Por tanto, así es como tenemos que ser: incardinados y dóciles.
Cuanto más incardinados estamos en la Iglesia que está en Roma, más dóciles
tenemos que ser al Espíritu, para que la caridad pueda dar forma y sentido a
todo lo que somos y hacemos”.
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