Papa Francisco: En Cuaresma pidamos al Señor
un corazón purificado del mal
Por Alvaro de Juana
Papa Francisco antes de celebrar la Misa por el Miércoles de Ceniza /
Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)
VATICANO, 18 Feb. 15 / 12:24 pm (ACI/EWTN Noticias).- El Señor no se cansa nunca de tener misericordia de
cada persona y ofrece una vez más su perdón. Es la idea base que guió la
homilía del Papa Francisco en la celebración de la Eucaristía y de la
imposición de la ceniza, que aludió también a los hipócritas y su incapacidad
para llorar.
Comienza
el tiempo de Cuaresma y,
como es tradición, el Papa Francisco acudió a primera hora de la tarde del
miércoles a la celebración de la imposición de la ceniza. Antes, el Santo Padre
visitó la Iglesia de
San Anselmo en el monte Aventino, en Roma, donde tuvo un momento de oración,
seguida de la procesión penitencial hacia la Basílica de Santa Sabina.
“El
Señor no se cansa nunca de tener misericordia de nosotros, y quiere ofrecernos
todavía, una vez más, su perdón, invitándonos a volver a Él con un corazón
nuevo, purificado del mal, para tomar parte de su alegría", afirmó el
Pontífice.
Pero,
“¿cómo acoger esta invitación?', preguntó. “Nos lo sugiere San Pablo en la
segunda lectura de hoy: 'Les suplicamos en nombre de Cristo: déjense
reconciliar con Dios'”.
“Saben
hermanos -ha dicho improvisando- que los hipócritas no saben llorar, han
olvidado cómo se llora. No piden el don de las lágrimas”.
Sobre
el “esfuerzo de conversión” señaló que “no es solamente una obra humana. La
reconciliación entre nosotros y Dios es posible gracias a la misericordia del
Padre que, por amor hacia nosotros, no ha vacilado en sacrificar a su Hijo
unigénito”.
El
Papa explicó en este punto que “Cristo, que era justo y no tenía pecado, por
nosotros fue hecho pecado cuando sobre la cruz cargó
con nuestros pecados, y así nos ha rescatado y justificado ante Dios. 'En Él'
nosotros podemos transformarnos en justos, en Él podemos cambiar, si acogemos
la gracia de Dios y no dejamos pasar en vano el 'momento favorable'”.
Por
lo que respecta a “volver al Señor 'con todo el corazón'”, afirmó que
“significa tomar el camino de una conversión no superficial y transitoria, sino
más bien un itinerario espiritual que lleva a lo más íntimo de nuestra
persona”.
En
este sentido, “el corazón, en efecto, es la sede de nuestros sentimientos, el
centro en el que maduran nuestras decisiones y nuestras actitudes”.
Pero
esta llamada a la conversión no es sólo individual, sino que “se extiende a la
toda la comunidad, es una llamada dirigida a todos”.
El
Pontífice, en la homilía que pronunció antes de la imposición de la ceniza,
explicó que “como pueblo de Dios comenzamos hoy el camino de la Cuaresma,
tiempo en el que buscamos unirnos más estrechamente al Señor Jesucristo, para
compartir el misterio de su pasión y de su resurrección”.
Sobre
la celebración del Miércoles de Ceniza, el Papa indicó que la liturgia propone
ante todo “el pasaje del Profeta Joel, enviado por Dios a llamar al pueblo a la
penitencia y a la conversión, a causa de una calamidad (una invasión de
langostas) que devasta Judea”.
“Solo
el Señor puede salvar del flagelo y necesita que se le suplique con la oración
y el ayuno, confesando el propio pecado”, a la vez que el profeta llama a la
conversión.
“El
profeta habita sobre todo en la oración de los sacerdotes, haciendo observar
que va acompañada de lágrimas. Nos hará bien pedir, al inicio de esta Cuaresma,
el don de las lágrimas, para que nuestra oración y nuestro camino de conversión
sean cada vez más auténticos y no sean hipócritas”.
“Nos
hará bien hacernos la pregunta: '¿Yo lloro?, ¿el Papa llora?, ¿los cardenaleslloran?, ¿Los
obispos lloran?, ¿los sacerdotes lloran?, ¿los consagrados lloran?'. El llanto
en la oración”, dijo improvisando.
Comentando
el Evangelio proclamado de San Mateo, Francisco aludió a las tres obras de
piedad “previstas por la ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno”. “En
el transcurso del tiempo, estas prescripciones fueron destruidas por el
formalismo exterior, incluso habían cambiado en un signo de superioridad
social”.
“Jesús
pone en evidencia una tentación común en estas tres obras, que se pueden
resumir en la de la propia hipocresía (la nombra tres veces): ‘Estén atentos a
no practicar su justicia delante de los hombres para ser bien admirados por ellos...
Cuando hagan limosna, no toquen la trompeta ante ustedes, como hacen los
hipócritas.... Cuando oren, no sean igual que los hipócritas, que... aman rezar
de pie, para ser vistos por la gente... Y cuando ayunen, no se conviertan en
personas melancólicas como los hipócritas”.
El
Papa aseguró que “cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en
nosotros el deseo de ser estimados y admirados para este buena acción, para
obtener una satisfacción”. “Jesús invita a cumplir estas obras sin ostentación,
y a confiar únicamente en la recompensa del Padre 'que ven en lo secreto'”,
agregó.
Para
concluir, el Santo Padre pidió a María Inmaculada que “sostenga nuestro combate
espiritual contra el pecado” y “nos acompañe en este momento favorable, para
que podamos llegar a cantar juntos la alegría de la victoria en laPascua de
Resurrección”.
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